UNREST
LAINEZ & NÚÑEZ : 2017.04.22
22 ABRIL A 10 MAIO DE 2017 : FOTOGRAFIA + PINTURA
UNREST : Atraídas por la dimensión poética de la mina de oro abandonada de Rodalquilar, Isabel y Natalia exploran ese espacio durante sus vacaciones estivales a lo largo de varios años, buscando una y otra vez darle un significado, hacerlo suyo.
En un paraje poblado de algarrobos cercano a la costa del Cabo de Gata se asentaron las primeras comunidades árabes. Las simientes de las algarrobas tienen la propiedad de mantener muy estable su peso, lo que acuñó la unidad de peso conocida del quilate (quilar). El suministro de quilares era muy apreciado como garantía de las transacciones de productos valiosos. El rodal de algarrobos y la simiente del fruto de esos árboles dieron el nombre de Rodalquilar a ese lugar.
Es en el pasado verano cuando ese espacio al fin deja de ser mudo y despierta en ellas la necesidad de creación.
Una noche una de ellas sueña que tiene la garganta llena de lana roja, “me ahogaba”, dice, “pero sabía que de ahí saldría algo… hace tiempo que hablábamos de hacer algo juntas. Llegamos a Almería con nuestros sueños; con ellos y la cámara podríamos recrear esa imagen onírica”.
Las imágenes de la ruina no pueden tomarse como meras reliquias pintorescas de un tiempo pasado, porque nos muestran la relación de lo natural con lo sobrenatural, la belleza y caducidad de la naturaleza en su oposición con lo artificial. Eso es lo que Isabel y Natalia ven con claridad y formalizan en estas fotografías.
Que hayan sido creadas a partir de un artículo doméstico, cotidiano, como es la lana, ayuda a entablar una comunicación directa con el espectador, a quien otorgan la iniciativa de leer su significado. Somos nosotros los que generamos ideas acerca de ellas y quizás de nosotros mismos. El sueño descrito está en el imaginario colectivo; lo que simboliza para ambas, el desasosiego del acto creativo y la lucha contra los elementos para poder llevarlo a cabo es terreno de los artistas.
Las dos creadoras coinciden en establecer un espacio propio que exige demorarse en su interior, dejarse acoger por ellas, pues invita a la introspección. La ruina es un cuerpo despojado de alma y en sus fotos ese cuerpo acoge a otro, con el que se diluye y forma un todo.
Pintan cuadros en ese espacio, que es la forma en que ellas entienden la fotografía. Por eso, las imágenes tienen valores visuales muy ricos y poderosos: el color y la textura, además de la dimensión y la forma. Pero si esta fuera su cualidad fundamental no serían sino escenografías. Sin embargo, ellas declinan representar y se obstinan en devolver. En esas obras hay algo más, el aroma de la tierra y su pasado, el carácter envolvente del color. Estas fotografías establecen una relación con el entorno y con la existencia del objeto artístico como verdad.